¿Quién era Liam Neeson antes de amenazar por teléfono a un secuestrador albanokosovar? Buena pregunta. Pese a haber trabajado con directores como Steven Spielberg, Woody Allen, Neil Jordan o Christopher Nolan, el actor no tenía ninguna clase de marca personal. Podía ser perfectamente una presencia de lujo en 'Gangs of New York' (Martin Scorsese, 2002) o un invitado irlandés a esa hora del té con exceso de azúcar que fue 'Love Actually' (Richard Curtis, 2003). Sobre todo, el espectador tenía la sensación de que Neeson se estaba empezando a encontrar cómodo en personajes secundarios con características de mentor, casi siempre dentro de superproducciones que no le exigieran demasiado: 'La amenaza fantasma' (George Lucas, 1999), 'El Reino de los Cielos' (Ridley Scott, 2005), la saga 'Narnia' (esta le exigía tan poco que, de hecho, sólo necesitaba su voz para el león Alsan)... Si querías a alguien que enseñe el camino del héroe a un protagonista más joven, quizá para traicionarlo en el último acto, él era tu hombre. Al menos, hasta que llegó Luc Besson y lo cambió todo.

Desde hacía tiempo, el director de 'El quinto elemento' (1997) se había reinventado como productor de artefactos de acción europeos pensados para barrer, a un precio muy competitivo, en el mercado internacional. Puede que todo empezase con la aceleradísima 'Taxi Express' (Gérard Pirés, 1998), cuya mezcla de comedia francesa y conducción extrema generó una franquicia con sus propios remakes extranjeros. A partir de entonces, Besson se especializó en hacer duros a pesetas con películas frenéticas en las que París se convertía (como dicta el lugar común) en un personaje más, ya fuera para ser pateado por expertos en parkour o completamente destruido por héroes con mal café. Verbigracia: Jason Statham, a quien esta fórmula convirtió en estrella gracias a la trilogía 'Transporter'. Sobre el papel, 'Venganza', dirigida por Pierre Morel sobre un guión de Robert Mark Kamen y el propio Besson, debería haber sido una más. Probablemente, Liam Neeson concibió el papel de Bryan Mills como una oportunidad para mostrar una faceta bastante inédita en su filmografía (esta vez él sería quien daría los mamporros, en lugar de enseñarle a darlos a un joven pupilo), pero poco más. En 2008, era muy difícil haber pronosticado que 'Venganza' acabaría siendo la película que, por fin, convertiría al actor en su propio género.

Al igual que todos entendemos qué quiere decir alguien cuando nos explica que fue a ver una película de Will Smith o de Meryl Streep, ahora todos comprendemos al instante la etiqueta "una película de Liam Neeson". Todos los elementos que la constituyen fueron forjados en 'Venganza', una espectacular línea recta —la película no tiene subtramas, matices o florituras: es lo que es, y va a toda velocidad— que demostró ser fundamental a la hora de activar el subgénero de Acción Con Protagonista Mayor. Bruce Willis ya estuvo allí antes, pero 'Taken' ponía el acento en la condición de padre (padrazo) de familia de Bryan Mills: fue de la CIA y probablemente puede matarte con tres dedos de la mano izquierda, pero ya está retirado. La única razón por la que volvería a sacar al monstruo es que algún condenado insensato decida hacerle daño a su hija (Maggie Grace). La Old Man Action Movie se basa en la premisa de que nuestro héroe —como Denzel Washington en 'El fuego de la venganza' (Tony Scott, 2004)— no quiere volver a ser quien era, pero las circunstancias no le dejan otra opción que impartir mucho dolor a su alrededor. A diferencia de otros justicieros más jóvenes, no disfruta con lo que hace. Lo hace a regañadientes, de hecho.

Por tanto, 'Venganza' está exenta de esa suerte de placer implícito (pero poco externalizado) que obtenía Charles Bronson al tomarse la justicia por su mano. La sensación de que los héroes de acción mayores hacen lo que tienen que hacer, porque no les queda otra, tiene mucho que ver con la ausencia de estrellas jóvenes que realmente den la talla como actores y como luchadores al mismo tiempo. Los que saben actuar no saben pelear, y viceversa. Pero también hay razones más profundas: la inmadurez es un valor en alza dentro del cine comercial, con las comedias alocadas y las películas de superhéroes copando los primeros puestos en la taquilla internacional. Jamás veremos a Iron Man disparar en la rodilla a la mujer de un antiguo amigo para extraerle información, tal como hace Neeson en 'Venganza', porque la violencia y la crueldad han quedado relegadas al cine de acción de presupuesto medio (el único que se puede seguir permitiendo ser cafre). Esta inmadurez también se extiende a la propia sociedad, donde la post-adolescencia ha demostrado ser una categoría muy elástica. Sencillamente, no nos creemos la justicia que pueda impartir un veinteañero, así que tenemos que acudir a los únicos que siguen imponiéndonos algo de autoridad: la vieja guardia, nuestros patriarcas. Son los últimos valuartes de una masculinidad en crisis, pero que aún nos sigue fascinando desde el punto de vista de los niños malcriados que, en el fondo, tememos ser. Como sentenció el autor Warren Ellis, el mensaje de 'Venganza' es: "Papá siempre tiene razón. No obligues a papá a matar a un montón de europeos para demostrarlo".

También hay que tener en cuenta que los sesenta años de Liam Neeson no son como los sesenta años de Roger Moore en 'Panorama para matar' (John Glen, 1985). Ahora se pueden tener ojeras y mirada de alguien que ha visto muchas cosas, pero los tratamientos y los retoques te distancian de los papeles de abuelo. De todos modos, hay algo de cine familiar heterodoxo en 'Venganza', una película sobre volver a conectar con nuestros padres que, también, animó al gran público a volver a conectar con un actor que ya estaba ganándose fama de muermo. Luc Besson nos dio la posibilidad de descubrir que, detrás de esa tristeza, podría agazaparse una mala bestia dispuesta a salir en cualquier momento, aunque siempre de manera taciturna. Por fin entendíamos a Neeson, y nos gustó tanto lo que tenía que decirnos que ha dedicado el tramo otoñal de su carrera a explotar su inesperada faceta de héroe de acción. La brillantemente titulada 'V3nganza' promete dar un cierre al via crucis sangriento de Bryan Mills, pero es de esperar que el hombre que lo encarna (alguien que, para más inri, sabe reírse muy bien de sí mismo) siga haciendo lo correcto durante muchos años más. Por mucho que le duela.